viernes, 16 de agosto de 2024

La Era del Guano

 


A mediados del siglo XIX, el guano se convirtió en la principal fuente de ingresos para el país. La prosperidad económica que produjo favoreció el establecimiento de un Estado patrimonial.

El valor del guano

A inicios del siglo XIX, el científico alemán Alexander von Humboldt se percató del alto contenido de nutrientes del guano. No obstante, recién en la década de 1830 se difundió su potencial como fertilizante, lo que atrajo el interés de países europeos como Inglaterra. El guano ofrecía muchas ventajas, pues era un recurso que se encontraba en abundancia en las islas del litoral peruano. Además, para su explotación se necesitaba una inversión mínima en el pago de mano de obra; en cambio, el transporte y la comercialización requerían un gasto mucho mayor. 

Modelos de explotación y comercialización

Al iniciarse la demanda de este recurso desde el exterior, el Estado peruano declaró que las islas guaneras eran de su propiedad. Así, entre
los años 1845 y 1876, se aplicaron los siguientes modelos de explotación y comercialización del guano.

a. Al principio, el Estado buscó obtener ganancias mediante el arrendamiento, es decir, a través de la explotación y comercialización por
terceros. Francisco Quirós fue el primero en solicitar el arrendamiento por seis años de todas las islas guaneras descubiertas y por descubrir. La suma que se pactó al inicio no fue muy elevada (10 000 pesos por año). El Estado canceló este contrato después de tres meses.
b. Posteriormente, el Estado se encargó de explotar y vender directamente el guano a una serie de compañías extranjeras encabezadas
por la Casa Gibbs. Los contratos duraron cinco años, durante los cuales la Hacienda Pública solicitó reiteradamente adelantos en los pagos
y préstamos utilizando el guano como garantía.
c. Luego, el Estado abandonó la explotación directa a cambio de un alto porcentaje sobre las ganancias. Inició así, en 1847, la firma de contratos para consignar la explotación y venta a empresarios, en su mayoría peruanos. A estos empresarios se les denominó consignatarios.
Este sistema de consignaciones –que se mantuvo hasta 1869– resultó perjudicial para los intereses estatales, ya que se continuó con la po
lítica de empréstitos o adelantos, la cual causó la pérdida de casi la mitad de las ganancias que el Estado debió recibir.
d. La última modalidad de comercialización del guano fue la entrega de la concesión a la Casa Dreyfus en calidad de monopolio. El Gobierno dejó de lado a los consignatarios e intentó beneficiarse de la venta.
Al inicio, las ganancias fueron utilizadas para el pago de la deuda, pero luego se emplearon de forma desmedida para la ejecución de obras
públicas. El resultado fue una errónea política de préstamos que generó a su vez una aguda crisis económica en la década de 1870.

El primer gobierno de Ramón Castilla (1845-1851)


El primer objetivo del gobierno de Ramón Castilla fue construir un clima de estabilidad política en el Perú. Para ello, estableció acuerdos con los diversos sectores políticos y otorgó amnistía a sus antiguos rivales. 

Medidas económicas

Castilla se encargó de reordenar la economía nacional por medio de la aplicación del primer Presupuesto Estatal para el periodo
1845-1846. Este presupuesto reflejó un déficit del 30 % como producto de las deudas que el Perú arrastraba desde inicios de la República. No obstante, con los ingresos del guano, Castilla inició los trámites para el pago parcial de la deuda externa –que ascendía a más de 3 millones de libras esterlinas o 9 millones de pesos–, generada a partir de los empréstitos solicitados a Inglaterra en 1822. Decidió, asimismo, iniciar la consolidación o cancelación de la deuda interna, que ascendía a más de 4 millones de pesos e incluía a particulares y extranjeros. 

El gobierno de Castilla entregó la comercialización del guano a un grupo de consignatarios asociados bajo el nombre de Compañía de Consignatarios Nacionales. El sistema de consignación fue duramente criticado por la prensa nacional debido a las irregularidades en los contratos y el acaparamiento de la explotación del guano. Esto generó una crisis estatal, pues mientras los empréstitos o adelantos
causaron la pérdida de casi la mitad de las ganancias del Estado, los consignatarios no solo acumularon grandes capitales, sino que constituyeron un poderoso grupo económico y político.

Obras públicas y política educativa

 Durante el gobierno de Castilla, se inauguró el ferrocarril Lima-Callao, se reorganizó el servicio decorreos y se construyó la Penitenciaría de Lima. En materia de educación, se estableció el primer Reglamento de Instrucción Pública. También se dictó una medida polémica que respondía a sus pretensiones electorales: ampliar el sufragio universal para mestizos e indígenas analfabetos mayores de edad.

Defensa nacional

El criterio predominante para fortalecer la defensa nacional fue el equilibrio militar con respecto a los países vecinos, en especial Chile, que había desarrollado una abierta política armamentista. Debido a su experiencia militar, Castilla sabía lo importante que era el dominio del mar, y por ello reforzó la Armada con la adquisición de fragatas, bergantines y un moderno barco de vapor: el Rímac. La política de defensa implicó también una mejora en la instrucción militar–con la creación de un colegio militar y dos escuelas
náuticas– y mejores condiciones para los soldados.

El gobierno de Echenique (1851-1855)



Al terminar su periodo de gobierno, Castilla aprovechó su enorme popularidad para lanzar como candidato oficial al general José Rufino Echenique. Otros candidatos fueron los generales Gutiérrez de la Fuente, Vivanco y San Román, quienes en 1850 participaron en una agitada contienda electoral en la que venció el candidato oficialista. También se presentó Domingo Elías, a quien llamaban el “hombre del frac” porque era el único candidato civil. Durante el gobierno de Echenique, su ministro de Relaciones Exteriores, Bartolomé Herrera, estableció acuerdos con Brasil para la navegación y comercio en la región amazónica. El resultado fue la firma del Tratado Herrera-Da Ponte Ribeyro en 1851, el cual fue muy criticado debido a que el Perú aceptó el criterio del uti possidetis, por el cual renunciaba a los territorios amazónicos ocupados por población brasileña.
Este hecho restó importancia a los beneficios que la libre navegación dio al Perú.

Corrupción y consolidación de la deuda

En 1853 se prorrogó el plazo para la presentación de las reclamaciones de la deuda interna. Al respecto, la política de consolidación de la deuda interna efectuada por Echenique produjo enormes críticas, pues al monto reconocido por Castilla se sumaron ocho millones de pesos, lo que generó sospechas de corrupción. La adulteración de montos y la elaboración de vales falsos se hicieron públicas a través de
los diarios, lo que ocasionó el rechazo popular contra Echenique. Ante la grave crisis, los opositores del Gobierno buscaron a Castilla para que liderara una sublevación contra Echenique, al que logró derrotar en la batalla de La Palma el 5 de enero de 1855.

El segundo gobierno de Castilla (1855-1862)



Tras su victoria en La Palma, Castilla convocó a una Convención Nacional para redactar una nueva Constitución que legitimara su ascenso al poder. Después implantó medidas en las siguientes áreas: 

• Política internacional. Castilla continuó con su política de rechazo a las intervenciones extranjeras en América. Por ello, repudió la intervención en Nicaragua del aventurero norteamericano William Walker, quien había sido contratado por la facción liberal para que debilitara al Gobierno conservador. También respaldó la lucha de México contra la intervención francesa que colocó a Maximiliano de
Habsburgo como emperador.
• Proyección a la Amazonía. Para evitar reclamos de Ecuador sobre la región de Maynas, Castilla aplicó una política destinada a la ocupación efectiva del territorio amazónico, para lo cual creó el departamento de Loreto. Asimismo, impulsó la navegación del río Amazonas con fines comerciales y de colonización.
• Políticas sociales. Poco antes de asumir la presidencia, Castilla anunció la abolición de la contribución indígena y la esclavitud. Estas medidas tuvieron impacto en la economía peruana, pues el Estado dejó de percibir anualmente casi un millón y medio de pesos por el tributo, y tuvo que pagar a cada propietario 300 pesos por esclavo, que sumaban 20 000 antes de su liberación. Castilla fue, por
otra parte, un activo promotor de proyectos de inmigración europea.

Las constituciones del castillismo

En su segundo gobierno, Castilla promulgó sucesivamente dos constituciones con características distintas. La Constitución de 1856 fue de corte liberal. Esta Carta Magna planteó la reducción del periodo presidencial a cuatro años, eliminando la reelección inmediata; estableció el sistema de dos vicepresidencias y la destitución inmediata del presidente si intentaba disolver el Congreso, y prohibió el reclutamiento forzoso, entre otras medidas. Castilla, que era de tendencia política conservadora, aceptó esta Constitución con muchas reservas. La Constitución de 1860 mantuvo el tiempo de mandato presidencial y el sistema de dos vicepresidencias, incluyó la pena de muerte para los casos de homicidio calificado, suprimió el sufragio directo y redujo la mayoría de edad a los veintiún años. Fue la Carta Magna de mayor duración, pues rigió hasta 1920. 

La modernización de Lima

Gracias a los ingresos del guano, Castilla emprendió obras de infraestructura que modernizaron Lima. Durante su gobierno, se inauguró el alumbrado de gas de la plaza de Armas, se estableció el servicio de agua potable en lugares públicos y se construyó el Mercado Central de Lima. Esta fue una de sus obras más importantes, pues los antiguos mercadillos de la ciudad –además de ser focos infecciosos y de propagación de enfermedades– daban una imagen de atraso. También instaló el primer telégrafo y el uso del timbre postal; construyó el ferrocarril Lima-Chorrillos y los muelles del Callao, Chorrillos, Pisco y Paita.

viernes, 9 de agosto de 2024

Latinoamérica Siglo XIX

 



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Latinoamérica en el siglo XIX

Durante gran parte del siglo XIX, la evolución de los nuevos Estados latinoamericanos estuvo marcada por la hegemonía del caudillismo en
lo político, así como por la reconfiguración de la economía y la sociedad.

Los caudillos latinoamericanos

Entre 1820 y 1850, la inestabilidad política en Latinoamérica dio lugar a la formación de Gobiernos liderados por jefes militares que recibieron el nombre de caudillos. Estos provenían de los ejércitos insurgentes que combatieron durante las guerras de independencia. Los caudillos desarrollaron una estrategia cuidadosa para conseguir el poder y mantenerse en él utilizando un lenguaje democrático. Lo primero que hacían era acusar al Gobierno de turno de corrupto y de promover la división interna. Aparecían así como los restauradores de la democracia y garantes del progreso. Una vez en el poder, convocaban a elecciones –las que también controlaban– para legitimar su ascenso a la presidencia y dar la impresión de haber sido elegidos democráticamente.
El caudillismo se extendió en algunos países hasta la segunda mitad del siglo XIX. La prolongada permanencia de los caudillos en el poder se puede explicar considerando dos factores:

• El control que ejercían los caudillos sobre tropas militares y la simpatía que generaban en sectores importantes de la población. Por
ello, solo otro caudillo o una fuerza mayor podía derrocarlos. Si esto ocurría, se repetía el ciclo de caos y anarquía.
• La ausencia de un sector civil que enfrentara a los caudillos. Las guerras de independencia y la posterior situación de pobreza desgastaron a las clases medias sin que llegara a conformarse un frente político coherente y unido. 

El liberalismo latinoamericano
Hacia fines de la década de 1840, los países latinoamericanos empezaron a reinsertarse en la economía mundial, para lo cual requerían de reformasque garantizaran la inversión y promovieran la inmigración extranjera.
Con el fin de consolidar estas reformas, fue necesario efectuar modificaciones que permitieran ampliar la participación de las élites civiles 
Para ello, una nueva generación de líderes políticos intentó dirigir la reforma del Estado bajo las ideas políticas y económicas del liberalismo. 

Estas fueron algunas de las reformas impulsadas por los liberales:

• En lo político, propugnaron la libertad de conciencia, prensa, educación y comercio, la abolición de la pena de muerte y el derecho de
insurrección.
• En lo económico, eliminaron los impuestos que permanecían desde el periodo colonial y que limitaban la actividad comercial.
• En lo social, propiciaron la anulación de los privilegios jurídicos de la Iglesia y del ejército, así como la abolición de la esclavitud.

La economía de los países independientes

En el desarrollo económico latinoamericano del siglo XIX, se pueden distinguir los siguientes procesos:
• La desarticulación de los circuitos productivos y comerciales tradicionales: Así, por ejemplo, el comercio entre el norte de la actual Argentina con el Alto Perú se vio seriamente afectado. México, por su parte, padeció una importante caída de la producción de plata, además de una fuga de capitales ocasionada por la expulsión de los españoles.  
• El establecimiento de la libertad de comercio:  Con el fin del orden colonial, también terminó el sistema de monopolio comercial que obligaba a las colonias a comerciar únicamente con España.  
La influencia económica británic:  La libertad de comercio benefició a los comerciantes británicos. Como el apoyo británico fue importante para los ejércitos insurgentes, los nuevos Estados permitieron que Gran Bretaña consolidara su posición de
privilegio a través de diversos tratados.
• La reducción de los precios de las exportaciones:  Productos vitales para algunas economías, como el cuero argentino o la plata peruana, bajaron su cotización en el mercado internacional. 
• La escasez de inversiones: Todos los intentos de revertir la crisis se vieron limitados por la falta de capital. Si bien los británicos realizaron algunas inversiones a comienzos de la década de 1820, sus capitales dejaron de llegar debido a la crisis en
la Bolsa de Londres en 1825. Esta crisis hizo que los Estados latinoamericanos dejaran de pagar los pocos préstamos externos. 

La especialización productiva
La apertura al mercado europeo aumentó la dependencia de las economías latinoamericanas hacia el exterior; además, cada zona del continente empezó a especializarse en algunos productos primarios 

• En la minería, México, Bolivia y Perú tardaron en recuperarse hasta la década de 1840. Chile, en cambio, experimentó un notable crecimiento como productor de plata.
• En la agricultura, sobresalían productos como el cacao (Venezuela y Ecuador) y el café (Venezuela,
Centroamérica y luego Brasil).
• En la ganadería, se expandió la producción de ganado vacuno (México, Venezuela, Argentina y Brasil).

Los cambios sociales
Los ideólogos liberales de la independencia rechazaban el sistema social jerarquizado del periodo colonial y aspiraban integrar a los diferentes grupos sociales, pues creían que la integración reforzaría la unidad de los Estados. En la mayor parte de las
naciones latinoamericanas, se produjeron algunoscambios: se suprimieron las castas, se tomaron medidas que restringieron la esclavitud y se suprimió el tributo indígena. Sin embargo, estas medidas no modificaron demasiado la situación económica de los
sectores más humildes. En las ciudades, los sectores más beneficiados por el cambio fueron las élites criollas, pues consiguieron desplazar a los españoles de los cargos públicos y de las actividades comerciales.
Asimismo, la eliminación del sistema de castas hizo posible el ascenso social de grupos mestizos. En muchas ciudades americanas, algunos mestizos comenzaron a prosperar económicamente y adquirir propiedades. Esto motivó la preocupación de las élites.

Las comunidades indígenas
Las comunidades indígenas eran mayoritarias en México, Centroamérica y las repúblicas andinas, aunque eran muy pobres. Estas comunidades practicaban una agricultura de subsistencia y eran incapaces de defenderse del poder de los grandes terratenientes,
que aspiraban a quedarse con sus tierras. Además, la mayoría de los campesinos no poseía títulos de propiedad escritos. Pese a ello, las comunidades indígenas permanecieron con pocos cambios durante la primera mitad del siglo XIX

La esclavitud
Luego de la independencia, el criterio predominante de las élites criollas fue el de no abolir la esclavitud.
Lo que hicieron fue dictar leyes para prohibir la trata de esclavos o liberar a los recién nacidos que fueran hijos de esclavos (la llamada libertad de vientres). Esta última medida se aplicó en Chile (1811), Argentina (1813), la Gran Colombia (1821) y el Perú (1821). Poco
después, solo algunos países –que tenían una reducida población esclava– optaron por abolir totalmente la esclavitud: Chile (1823), los países centroamerica nos (1824) y México (1829). En los países donde permaneció, la esclavitud doméstica fue perdiendo importancia, mientras que la esclavitud agrícola se mantuvo firme en las plantaciones de Cuba y Brasil.
Los esclavos liberados, sin embargo, no mejoraron su situación económica ni fueron reconocidos como iguales por la población blanca ni por los mestizos. 


Los paradigmas de género en el siglo XIX

En el siglo XIX, a diferencia de lo que sucedía en la Colonia, donde las diferencias de género se justificaban con argumentos religiosos, se empezaron a utilizar argumentos seudocientíficos para ese mismo propósito. Por ejemplo, se postulaba que la naturaleza
reproductiva de la mujer explicaba su poco desarrollo mental y físico, mientras que el hombre, al estar liberado de esa función, tenía un mayor crecimiento físico y mental. Por ello, el hombre tenía asignadas tareas “activas” que necesitaban de fuerza muscular e inteli
gencia, en tanto que la mujer debía cumplir tareas “pasivas” y manuales que requerían poco esfuerzo.
No obstante, la implementación del modelo capitalista liberal influyó para que hubiera cierta apertura a la participación de las mujeres en el espacio público latinoamericano. Esto se percibió en dos ámbitos: 

• Ámbito laboral. Desde la segunda mitad del siglo XIX, aumentó la presencia de mujeres de clase media en trabajos como la docencia escolar, la enfermería o el comercio. A fines de siglo –y mucho más aún a inicios del siglo XX–, se abrieron espacios laborales para las mujeres en la industria.
• Ámbito educativo. A mediados del siglo XIX, se notaron cambios en el acceso a la educación con la aparición de escuelas privadas para señoritas. Esta apertura, sin embargo, se basó en el concepto de que la mujer debía prepararse para administrar su hogar y brindar una buena crianza a sus hijos. Por ello, en su instrucción se incluían cursos de costura, higiene, etc., aunque también se consideraba importante que supiera leer y escribir para que pudiera inculcar los valores ciudadanos a sus hijos. 

A pesar de esta apertura, aún existía una profunda desigualdad política entre mujeres y hombres. Se consideraba que la mujer, debido a su presunto carácter proclive a lo sentimental y a su dependencia del padre o del esposo, no tenía la capacidad de ejercer sus derechos políticos con razón e independencia: se dejaría llevar por sus sentimientos o por los designios de otros. Aunasí, la aparición de las primeras mujeres intelectuales fue un factor que empezó a debilitar ese antiguo prejuicio. 

Las Iglesias y los Estados republicanos

En el siglo XIX, se produjeron cambios en las relaciones de los Estados con la Iglesia católica. Además, aparecieron las primeras Iglesias protestantes.

La Iglesia católica
Durante la independencia, la Iglesia se enfrentó a una situación paradójica. Por un lado, los Estados republicanos adoptaron el catolicismo como religión exclusiva; por otro, los Gobiernos desalentaron la labor eclesiástica al permitir la persecución de españoles que formaban parte del clero y el cierre de conventos. La negativa de la Santa Sede de reconocer oficialmente a los nuevos Estados y la pretensión que estos tenían de heredar el Regio patronato español impidió el nombramiento de obispos y disminuyó el número de religiosos dedicados a las misiones.
Hacia 1850, la Iglesia recompuso su influencia social a través de la difusión de las costumbres religiosas católicas y el control de los registros de nacimientos, matrimonios y defunciones. Asimismo, tuvo una decisiva participación en la política respaldando a los conservadores, quienes proponían la primacía de la Iglesia católica bajo un orden fuerte para evitar el caos y la anarquía. Los liberales, en cambio, veían a la Iglesia como una influencia perniciosa y anacrónica. Las conquistas liberales se manifestaron en varias constituciones latinoamericanas de los años 1853-1857. En México, por ejemplo, las reformas liberales llevaron a la separación entre Iglesia y Estado.

El protestantismo en el siglo XIX

Los primeros misioneros protestantes llegaron durante las guerras de independencia. Sus avances pedagógicos en Europa y Estados Unidos influyeron para que muchos Gobiernos latinoamericanos les encargaran la implementación de sus primeros sistemas educativos nacionales. Este fue el caso de Diego Thompson, pedagogo escocés que recibió el encargo de organizar la educación primaria en Argentina, Chile y el Perú en los primeros años de vida independiente.
El establecimiento de los protestantes en América Latina también fue promovido por sectores influyentes, como los liberales o los masones, a través del impulso de la secularización y la promoción de la inmigración anglosajona. Por ello, en la segunda mitad del siglo XIXdichos sectores impulsaron reformas constitucionales para establecer la tolerancia de cultos. En la práctica, los protestantes sufrieron distintas formas de persecución o exclusión durante todo el siglo. 



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La era de los caudillos
A inicios de la época republicana, el Perú tenía dos problemas políticos:la fragilidad de las instituciones y la ausencia de una clase dirigente. Este vacío de poder fue ocupado por los caudillos.

Los caudillos militares

Los caudillos eran jefes militares que se disputaron el control del Estado durante gran parte del siglo XIX. Por lo general, habían combati
do en la guerra de independencia y tenían tropas y prestigio militar.
Esto les permitía contar con el poder suficiente para llegar a la presidencia a través de un golpe de Estado o un levantamiento. Para lograr
sus objetivos, el caudillo debía mantener buenas relaciones con las familias de la élite y con los hacendados locales, que le prestaban tropas y dinero. Al mismo tiempo, debía ganarse el favor de las clases populares.
La revuelta de un caudillo solía iniciarse con una declaración pública en la que afirmaba que el gobernante de turno había quebrantado la ley, y que él le devolvería la legalidad al país. Luego, ambos bandos se enfrentaban militarmente. Si el triunfador era el caudillo, se autonombraba protector de la patria y convocaba a elecciones, en las que ganaba fácilmente. Finalmente, mandaba elaborar una nueva constitución según sus intereses. Por ello, entre 1827 y 1845 se promulgaron cuatro constituciones (1828, 1834, 1836, 1839) y más de una docena de caudillos ocupó la presidencia.

Corrientes ideológicas y caudillismo

Los conflictos entre caudillos –aparentemente anárquicos y personalistas– reflejaban dos tendencias políticas muy claras:
• Los conservadores pregonaban un Estado fuerte y centralizado, la implementación de políticas económicas proteccionistas y el respeto de
los derechos de las corporaciones (la Iglesia católica, las universidades, etc.); además, compartían cierta desconfianza hacia los extranjeros.
• Los liberales, por el contrario, promovían un Estado menos fuerte, un poder presidencial limitado, una política comercial abierta y la reducción drástica de los derechos de las corporaciones. Por lo general, loscaudillos se vinculaban a una de estas dos corrientes. Era común, sin embargo, que cuando sus intereses lo requerían, cambiaran de bando. 

El gobierno de José de La Mar

Después de que Bolívar salió del Perú, el Consejo de Gobierno, encabezado por Andrés de Santa Cruz, convocó a elecciones parlamentarias en 1827. El Congreso elegido convocó a elecciones generales, en las cuales el mariscal José de La Mar derrotó a Santa Cruz. La Mar,
en su intento por enfrentar la crisis económica que atravesaba el país, promulgó una serie de medidas proteccionistas para la industria nacional –que no podía competir con la oleada de importaciones inglesas y estadounidenses iniciada durante la independencia–, pero no tuvo
éxito debido al contrabando. Además, al promulgarse la Constitución liberal de 1828, su poder quedó subordinado al Legislativo.

El ciclo de Gamarra

En esta época comenzó a sobresalir la figura de Agustín Gamarra, prefecto del Cusco y opositor de La Mar. Gamarra aspiraba a reunificar el sur andino con Bolivia debido a los lazos económicos, históricos y culturales que unían a ambas regiones. En ese tiempo, Bolivia vivía un clima de inestabilidad política por la poca acogida que tenía el gobierno de Sucre.
Esto fue aprovechado por Gamarra, quien actuando con autonomía del gobierno de La Mar se alió con los opositores bolivianos, invadió el país y depuso a Sucre. Luego, el Congreso boliviano eligió presidente al mariscal Andrés de Santa Cruz. Estos acontecimientos desencadenaron la reacción de la Gran Colombia, que inició una guerra contra el Perú que culminó con la derrota peruana en Portada de Tarqui.
El caos ocasionado por la guerra fue aprovechado por Gamarra para sublevarse. Ante esta situación, el Congreso convocó a elecciones en agosto de 1829.
Tras ser elegido presidente, Gamarra firmó el Tratado Larrea-Gual (1829), que estipulaba que el Perú entregaba Guayaquil a la Gran Colombia, mientras que esta reconocía la soberanía peruana sobre Tumbes, Jaén y Maynas.

La presidencia de Gamarra se caracterizó por sus frecuentes enfrentamientos con el Congreso, que se encontraba elaborando una nueva Constitución que reemplazara a la de 1828. Sin embargo, como las modificaciones no estuvieron listas al término del mandato de Gamarra en 1833, se eligió como presidente a Luis José de Orbegoso, candidato de los liberales. Esta decisión originó un nuevo periodo de anarquía. Mientras Gamarra se trasladó al sur para pactar con Santa Cruz y destituir a Orbegoso, este se trasladó a Arequipa, donde tenía un amplio respaldo popular. Aprovechando el caos, el general Felipe Santiago Salaverry se proclamó presidente en febrero de 1835.

Las luchas caudillistas

A mediados de la década de 1830, las pugnas entre los caudillos debilitaron seriamente la estabilidad política del Perú. En contraste, Andrés de Santa Cruz logró imponer el orden en Bolivia. Por ello, el presidente peruano Luis José de Orbegoso, asediado por las fuerzas de Salaverry y las conspiraciones de Gamarra, decidió solicitar ayuda a Santa Cruz. El líder boliviano aprovechó esta ocasión para poner en marcha su largamente anhelado proyecto confederal. 
En junio de 1835, Santa Cruz y Orbegoso firmaron un pacto para establecer una confederación. Por su parte, Gamarra, temeroso de que Bolivia y Santa Cruz tuvieran hegemonía en la Confederación Perú-Boliviana, se alió con Salaverry, quien se oponía tenazmente a esta. Ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil en la que Santa Cruz y Orbegoso salieron victoriosos. Gamarra huyó a Chile, mientras que Salaverry, derrotado en la batalla de Socabaya, fue fusilado el 18 de septiembre de 1836.

El Estado confederal

Después de la victoria de las fuerzas confederales, Orbegoso y Santa Cruz convocaron a tres asambleas para formar la Confederación:

• La Asamblea de Sicuani, integrada por los depar tamentos de Arequipa, Ayacucho, Cusco y Puno, se convirtió más tarde en el Estado Sur-Peruano. El arequipeño Pío Tristán fue designado presidente.
• La Asamblea de Huaura, compuesta por Lima, Arequipa, Junín y La Libertad, se convirtió en el Estado Nor-Peruano. Luis José de Orbegoso asumió la presidencia.
• La Asamblea de Tapacarí, formada por los departamentos de La Paz y Chuquisaca, representó al Estado boliviano bajo la presidencia de Andrés de Santa Cruz.

La Confederación fue oficialmente establecida el 28 de octubre de 1836. Posteriormente, se discutió la estructura del nuevo Estado y la redacción de una nueva constitución en el Congreso de Tacna en 1837.
La Constitución de 1837 se caracterizó por dos aspectos fundamentales. En lo político fue conservadora, pues concentró muchos poderes en el supremo protector de la Confederación, cargo que recayó en Santa Cruz. Así, su periodo de gobierno se fijó en diez años, podía ser reelegido indefinidamente y, además, elegir a los presidentes de los tres Estados y a las autoridades militares. En el aspecto económico, en cambio, fue liberal pues promovía el libre comercio. 

Las guerras contra la Confederación

La formación de la Confederación despertó recelos en países como Chile Doc. 9. Chile, liderado por el presidente Joaquín Prieto y el ministro Diego Portales, consideró que la Confederación era un peligro para el equilibrio de las naciones sudamericanas y que atentaba contra el Gobierno chileno, pues se había declarado a Arica puerto libre y se hacía concesiones a los buques que no anclaban en puertos chilenos. A su vez, el fortalecimiento económico del sur del Perú causó incomodidad entre los hacendados de la costa norte
y los comerciantes limeños, quienes abogaban por una política proteccionista que les asegurara privilegios.
Así, intereses económicos y geopolíticos confluyeron para que la oposición chilena a la Confederación fuera apoyada por los exiliados peruanos en Chile, como Agustín Gamarra, Felipe Pardo y Aliaga y Ramón Castilla. Entonces, usando como pretexto el apoyo otor-
gado por Orbegoso al expresidente chileno Ramón Freire –enemigo político de Prieto–, Chile declaró la guerra a la Confederación el 28 de diciembre de 1836.
A las campañas contra la Confederación se les llamaron restauradoras porque sus líderes afirmaban que buscaban la “restauración” de la unidad del Perú.

• La primera campaña restauradora tuvo al mando del ejército chileno a Manuel Blanco Encalada, que fue secundado por el peruano Gutiérrez de la Fuente. El ejército restaurador zarpó de Quillota y llegó al puerto arequipeño de Islay en septiembre de 1837, pero no tuvo éxito y fue derrotado por el ejército confederado. El 17 de noviembre, Blanco Encalada firmó el Tratado de Paucarpata, pero Chile
lo desconoció y se reinicio las hostilidades.
• La segunda campaña fue comandada por el chileno Manuel Bulnes, secundado por Gamarra. En agosto de 1838, el ejército chileno ganó la batalla de Portada de Guía. La batalla final se dio en Yungay en 1839, donde Santa Cruz fue derrotado. La guerra culminó con la derrota de los confederados y la caída de Santa Cruz.
A inicios de 1839, la Confederación se disolvió y Gamarra reasumió el poder en el Perú.

El segundo gobierno de Gamarra

Gamarra, que había sido nombrado presidente provisorio, decidió convocar a un Congreso Constituyente en Huancayo. Este lo ratificó como presidente constitucional en agosto de 1839. De este modo, se inició un Gobierno bautizado como la Restauración. Ese
mismo año se proclamó una nueva constitución de carácter conservador.
A pesar de esto, no se logró la estabilidad deseada y Gamarra tuvo que enfrentar dos problemas: el retiro de las tropas chilenas y la anarquía de Bolivia, suscitada después del destierro de Santa Cruz. Por eso, intentando establecer una nueva confederación
con Bolivia, pero bajo hegemonía peruana, Gamarra decidió invadir Bolivia en julio de 1841. No obstante, su ejército fue derrotado en Ingavi, donde el caudillo perdió la vida. Luego de ello, el Perú entró en un periodo de anarquía militar. 

La anarquía militar

Gamarra fue sustituido en la presidencia por su vicepresidente Manuel Menéndez, quien puso fin al conflicto con Bolivia. Surgió entonces una serie de caudillos que se disputaron el poder. El primero en tomar las armas fue Antonio Gutiérrez de la Fuente en el Cusco. Aunque recibió el apoyo de Francisco Vidal y el ejército de la sierra sur, fue derrotado en la batalla de El Alto en 1842. En Lima, el general Juan Torrico logró destituir a Menéndez y se autoproclamó presidente, pero fue rápidamente derrotado por Vidal en la batalla de Agua Santa. En
Arequipa, Manuel Ignacio de Vivanco tomó las armas y venció a Vidal. Este, por su parte, convocó a elecciones y fue reconocido en la capital como máxima autoridad política y militar con el título de director. Esto motivó a Domingo Nieto y a Ramón Castilla a liderar
un movimiento desde Moquegua mediante el cual se estableció una junta suprema en septiembre de 1843.
Nieto estuvo al mando de la junta, pero al morir fue reemplazado por Castilla, quien derrotó a Vivanco y restituyó a Menéndez. En 1845, este convocó a elecciones y Ramón Castilla fue el triunfador.

La Era del Guano

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